martes, 1 de abril de 2014

principales funciones de la dirección del plantel


Según Graffe, Gilberto José (2002), las principales funciones de la dirección del plantel son:
  • 1. Representar a la escuela ante el Ministerio del Poder Popular para la Educación,
  • 2. Dirección y Coordinación de las actividades,
  • 3. Motorizar los órganos de dirección y consulta, motivando la participación de la comunidad,
  1. 4. Administrar y organizar al personal y los recurso asignados,
  1. 5. Asesorar a los docentes en las funciones pedagógicas,
  1. 6. Impulsar programas y proyectos de innovación y formación docente,
  1. 7. Atención y orientación a los estudiantes y representantes.

miércoles, 26 de marzo de 2014

OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN

http://wilson-vinculaciones.blogspot.com/2012/11/benjamin-bloom.html

Benjamin Bloom

Benjamin Bloom La Rueda de Bloom donde se muestra la Taxonomía cognitiva del psicólogo estadounidense. Benjamin Bloom (* Lansford, Pensilvania, 21 de febrero de 1913 - † 13 de septiembre de 1999) fue un influyente psicólogo y pedagogo estadounidense que hizo contribuciones significativas a la Taxonomía de objetivos de la educación. Otras contribuciones suyas estuvieron relacionadas con el campo del Aprendizaje y el Desarrollo Cognitivo. Fue asesor en materia de educación de los gobiernos de Israel, India y de varios otros países. [editar]La Taxonomía de Dominios del Aprendizaje La Taxonomía de objetivos de la educación de Bloom se basa en la idea de que las operaciones mentales pueden clasificarse en seis niveles de complejidad creciente
 
1 El desempeño en cada nivel depende del dominio del alumno en el nivel o los niveles precedentes. 
 
Por ejemplo, la capacidad de evaluar – el nivel más alto de la taxonomía cognitiva – se basa en el supuesto de que el estudiante, para ser capaz de evaluar, tiene que disponer de la información necesaria, comprender esa información, ser capaz de aplicarla, de analizarla, de sintetizarla y, finalmente, de evaluarla. 
 
La taxonomía de Bloom no es un mero esquema de clasificación, sino un intento de ordenar jerárquicamente los procesos cognitivos. 
 
Bloom orientó un gran número de sus investigaciones al estudio de los objetivos educativos, para proponer la idea de que cualquier tarea favorece en mayor o menor medida uno de los tres dominios psicologicos

AULAFACIL.COM

http://www.aulafacil.com/Didactica/Temario.htm

LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS


11. LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
EN COLABORACIÓN

LAURIE MILLER NELSON
Universidad de Brigham Young

LAURIE MILLER NELSON es profesora adjunta de Psicología y Tecnología Educativa en la Universidad de Brigham Young. Se doctoró en Tecnología de Sistemas Educativos en la Universidad de Indiana e imparte clases de Psicología Educativa a estudiantes universitarios y cursos de postgrado sobre teoría e investigación educativa. En la actualidad, su interés se centra en la elaboración de teorías educativas, en inves­tigación formativa sobre la resolución de problemas en colaboración y en el desarro­llo de una pedagogía y de herramientas de colaboración para la Red.
Prólogo

Objetivos y condiciones previas. Los objetivos fundamentales de esta teoría son el desarrollo de los contenidos del conocimiento en los ámbitos de estudio complejos, la resolución de problemas y las técnicas de razonamiento crítico y participativo. Debería utilizarse únicamente cuando esos tipos de enseñanza sean de importancia primordial y cuando los alumnos y el educa­dor sean receptivos a este planteamiento del aprendizaje, con los desplaza­
mientos en los roles y en las relaciones de poder que éste implica.
Valores. Entre los valores en los que se basa esta teoría se incluyen:
· aprender a utilizar de manera natural procesos participativos eficaces; · técnicas de pensamiento crítico y de resolución de problemas;
· contextos sociales de gran potencialidad y múltiples perspectivas de
aprendizaje;
· entornas de aprendizaje que sean situacionales, centrados en el alum­
no, integrados y participativos;
· experiencia real y pertinente de aprendizaje para los alumnos can
dominio de la misma;
· cultivar relaciones de apoyo y respeto entre los alumnos, así como entre
los alumnos y el educador;
· desarrollar el deseo de adquirir un aprendizaje duradero y unas técni­
cas que lo sustenten.
Métodos. Éstos son los métodos principales que ofrece esta teoría:
ORIENTACIONES GLOBALES
Métodos desarrollados por el educador:
· actuar como un recurso y como un tutor;
· crear entornas de aprendizaje que permitan a los alumnos trabajar en
distintos grupos de pequeño tamaño, en cada uno de los cuales estén un periodo de tiempo prolongado;
· formular preguntas para centrar al alumno en los aspectos importantes
del contenido y de los procesos de aprendizaje;
· proporcionar educación puntual cuando lo solicite el alumno.
Métodos desarrollados por el alumno:
· determinar cómo deben utilizarse los conocimientos adquiridos y los
recursos para resolver el problema;
· determinar y justificar el tiempo individual o de grupo para las activi­
dades de los trabajos.
Métodos desarrollados por el educador y el alumno:
· colaborar para determinar los problemas y los objetivos del aprendizaje; · dirigir las reuniones para evaluar el progreso del grupo;
· recopilar los recursos necesarios;
· evaluar a los alumnos de múltiples maneras, proporcionando evalua­
ciones/calificaciones individuales y en grupo;


Métodos interactivos:
· aprender y utilizar con soltura las técnicas sociales y las actividades
adecuadas para realizar en grupo;
· fomentar la investigación, la interacción, la interpretación y la rrwtiva­
ción intrínseca;
· estimular la interacción simultánea y la interacción directa de prorrw­
ción;
· fomentar la participación equitativa, la interdependencia positiva y la
valoración individual.

ACTIVIDADES DEL PROCESO

1. Fomentar la buena disposición:
· perfilar el proceso de resolución del problema de forma participativa; · desarrollar un marco real del problema o del proyecto para fijar las
actividades educativas y de aprendizaje;
· enseñar la teoría y la práctica de las técnicas de proceso en grupo.
2. Formar y dar reglas a los grupos:
· formar grupos de trabajo pequeños y heterogéneos;
· estimular a los grupos a que establezcan unas orientaciones para
poder funcionar.
3. Determinar una definición preliminar del problema:
· establecer una comprensión común del problema;
· identificar los problemas y los objetivos del problema;
· proponer enforma de «tormenta de ideas» soluciones preliminares o
planes del proyecto;
· seleccionar y desarrollar un diseño inicial del plan;
· identificar las fuentes de recursos necesarias;
· recopilar información preliminar para confirmar el plan de diseño.
4. Definir y asignar papeles:
· identificar los papeles principales necesarios para llevar a cabo el
plan;
· establecer el reparto de papeles.

5. Entablar un proceso repetitivo de colaboración para resolver el pro­blema:
· perfeccionar y desarrollar el plan de diseño;
· identificar y asignar tareas;
· adquirir la información, la competencia y los recursos necesarios;
· colaborar con el educador para obtener recursos adicionales y técni­
cas necesarias;
· difundir la información, los recursos y la competencia obtenidos
entre los otros miembros del grupo; · comprometerse en el trabajo de desarrollo de la solución o del proyecto; · informar con regularidad de las aportaciones individuales y de las
actividades del grupo;
· participar en la cooperación entre grupos y en las evaluaciones;
· dirigir evaluaciones formativas para la solución o el proyecto.
6. Concluir la solución o el proyecto:
· realizar un borrador de la versión final de la solución o del proyecto; · dirigir la evaluación o el examen de utilidad de la solución o del pro­
blema;
· revisar y completar la versión final de la solución o del proyecto.
7. Sintetizar y reflexionar:
· identificar las ventajas del aprendizaje;
· interrogar sobre las experiencias y las sensaciones relativas al proceso; · reflexionar sobre los procesos de aprendizaje individuales y de grupo.

8. Evaluar los resultados y los procesos:
· valorar los resultados y los artefactos elaborados; · valorar los procesos utilizados.

9. Proporcionar una conclusión:
· formalizar la disolución del grupo mediante una actividad de
clausura.

Aportaciones principales. La síntesis de la resolución de problemas y de los métodos educativos de participación. La naturaleza amplia pero detallada de la orientación ofrecida.
G.M.R.
La resolución de problemas en colaboración

INTRODUCCIÓN

En nuestra vida diaria nos encontramos muchas veces trabajando en pequeños . grupos, ya sea en el contexto de un proyecto, de una actividad cívica, en un aula o en ¡ familia. La solución de problemas en grupo es una de las situaciones más comunes y

j' nonnales de desarrollamos en sociedad (1). Por lo tanto, la enseñanza y los negocios . han venido a reconocer las ventajas tan significativas de este aprendizaje, así como la
creatividad creciente que se deriva del aprendizaje y del trabajo participativo en gru­pos o equipos (JOHNSON y JOHNSON, 1990). Reconociendo estas ventajas, los educado­res se han dado cuenta de la necesidad de mejorar las teorías educativas y los méto­dos para ayudar a los alumnos a participar en procesos de resolución de problemas participativos, eficaces y eficientes.

Como respuesta a la necesidad de trabajar y de aprender de forma conjunta, se han desarrollado una serie de planteamientos educativos entre los que se encuen­tra, en un lugar destacado, el denominado «aprendizaje cooperativo». Durante algu­nos años, se han utilizado distintas modalidades de este planteamiento (SHARAN, 1994) que se ha convertido en uno de los medios más importantes para estimular el uso de la colaboración en el aula. Un enfoque mucho más reciente lo constituye el aprendi­zaje basado en problemas, que surgió en el ámbito de la enseñanza de la medicina debido a la necesidad de contar con experiencias más realistas y enriquecedoras para los alumnos de esta carrera (ALBANESE y MITCHELL, 1993). Cada planteamiento se centra en diferentes aspectos del proceso de aprendizaje en colaboración. El aprendizaje cooperativo proporciona orientaciones sobre la forma de organizar los grupos de aprendizaje y sugiere también actividades específicas para estructurar las experiencias de aprendizaje, como, por ejemplo, los «métodos de rompecabezas» (ARONSON, BLANEY, STEPHAN, SIKES Y SNAPP, 1978), «de discurrir por parejas» (KAGAN y KAGAN, 1994) Y los Equipos de Alumnos-Discrepancias de Resultados (Student Teams-Achievement Divisions) (SLAVIN, 1995). Por el contrario, el aprendizaje basado en problemas hace hincapié en el desarrollo del contenido de un problema elaborado de forma muy cuidadosa en el que los grupos, con la ayuda de unos tuto­res capacitados para ello, deben trabajar en colaboración para resolverlo (SAVERY y DUFFY, 1995).

Ambos planteamientos proporcionan valiosas orientaciones educativas para la elaboración de entomos participativos de aprendizaje, pero ninguno es completo. Es decir, el aprendizaje cooperativo, por lo general, no se concibe en el contexto de un entorno de aprendizaje basado en problemas, y el aprendizaje basado en problemas no siempre requiere que se participe en colaboración. En ambos enfoques pueden surgir dificultades si no se facilita la suficiente orientación sobre el proceso concreto de colaboración para la resolución del problema en el que van a trabajar los alumnos. Por lo tanto, se necesita un enfoque más completo que, además de adaptar e integrar las mejores estrategias de los dos enfoques anteriores, proporcione orientaciones suplementarias sobre la forma de ayudar a los alumnos durante el proceso concreto de resolución del problema. Este capítulo presenta unas orientaciones acerca de una
teoría de la Resolución de Problemas en Colaboración (RPC) que se dirigen a todo el proceso de aprendizaje participativo, entre las que se incluyen: crear una buena dis­posición en el alumno para aprender en colaboración, desarrollar técnicas de trabajo en grupo, comprometerse a resolver problemas en colaboración y a concluir el proce­so por medio de actividades de síntesis, evaluación y conclusión.
Además de su naturaleza tan amplia, otra de las características importantes de la teoría educativa de la RPC es que respalda los principales tipos de actividades de reso­lución de problemas con los que los alumnos pueden encontrarse -aquellos que se basan en su propio proceso natural de colaboración-o Creo que, en la medida de lo posi­ble, es importante diseñar entornos de aprendizaje que apoyen e incrementen esos pro­cesos de colaboración, que resultan eficaces de forma natural, y que los alumnos desa­rrollan intuitivamente a través de sus propias experiencias vitales. Cuando imponemos estructuras artificiales, podemos, en realidad, obstaculizar el flujo de interacción y de aprendizaje y reducir la eficacia y la eficiencia de la resolución del problema.
Aprovechar al máximo el proceso natural de colaboración de los alumnos, cons­tituye tan sólo uno de los valores pedagógicos que destaca el planteamiento RPC. Otros valores evidentes son los siguientes:
· la creación de entornos de aprendizaje que sean situacionales, centrados en el alumno, integrados y participativos, frente a aquellos que están descontex­tualizados, aislados y son competitivos;
· destacar la importancia de la verosimilitud, la consideración del problema como algo propio y la pertinencia de la experiencia de aprendizaje del alumno en relación con el contenido que se va a aprender y el proceso por el que se aprende;
· permitir a los alumnos aprender mediante la participación activa en su propio
proceso de aprendizaje;
· fomentar el desarrollo del pensamiento crítico y las técnicas de resolución de
problemas;
· estimular la exploración y el análisis del contenido desde múltiples perspec­
tivas;
· reconocer la importancia de contextos sociales enriquecedores para el apren­
dizaje;
· cultivar relaciones de apoyo y respeto entre los alumnos, así como entre los
alumnos y el educador;
· desarrollar el deseo de adquirir un aprendizaje duradero y unas técnicas que
lo sustenten.
Estos valores son la base para forjar los métodos y las orientaciones adecuadas para la teoría educativa de la RPC. Estas orientaciones evolucionaron a partir de una síntesis de la bibliografía sobre la investigación de los procesos de resolución de pro­blemas en grupos pequeños, la teoría del aprendizaje en colaboración y las teorías educativas basadas en problemas y en la cooperación, junto con mi experiencia prác­tica como alumno, educador e investigador. Este planteamiento intenta dotar a los educadores y a los alumnos de un conjunto de orientaciones que puedan utilizar para diseñar y participar en entornos de aprendizaje reales en los que haya que recurrir al pensamiento crítico, a la creatividad y la resolución de problemas complejos mientras se desarrollan importantes técnicas de interacción social.


Las orientaciones de la RPC descritas en este capítulo pertenecen a dos tipos generales: las orientaciones globales y las actividades del proceso. Las orientaciones globales subyacen y se aplican durante todo el proceso, mientras que las actividades del proceso se limitan a unas fases concretas del proceso de resolución del problema. Se pretende que estos dos tipos de orientaciones obren de común acuerdo para dotar a los educadores y a los alumnos de un enfoque totalizador para la resolución de pro­blemas de forma participativa, que ofrezca una experiencia de aprendizaje enrique­cedora en la que los alumnos además de aprender conocimientos, contenidos y técni­cas importantes, desarrollen técnicas para la resolución de problemas.
Este capítulo comienza comentando las circunstancias en las que debería utili­zarse el planteamiento de RPC, así como la forma en la que se debería poner en prác­tica. Después se procederá a la descripción propia de la teoría educativa de la RPC.

CONDICIONES PARA UTILIZAR RPC

Puesto que no todos los enfoques educativos son eficaces en todos los contex­tos de aprendizaje, es necesario determinar cuándo un planteamiento constituye la mejor elección para las necesidades del alumno, el estilo de enseñanza del educador, el entorno del aprendizaje y los objetivos educativos. También es importante deter­minar cómo se debe utilizar un planteamiento en un contexto determinado. ¿Necesita ponerse en práctica la totalidad del enfoque para mantener su integridad o pueden utilizarse determinadas partes o estrategias de forma aislada? Esta sección va a tener en cuenta las circunstancias relativas a en qué ocasiones resulta más adecuado el enfoque RPC y cómo se puede llevar a la práctica de la mejor manera.

CUÁNDO UTILIZAR EL ENFOQUE RPC

Cuando se utiliza la RPC hay que tener en cuenta una serie de circunstancias, entre las que se incluyen el tipo de contenidos y el entorno de aprendizaje, además de las características del alumno y del educador.
El tipo de contenido. El enfoque RPC es más adecuado para los ejercicios heu­rísticos, en contraposición a los de tipo procedimental (NELSON y REIGELUTH, 1997). Los ejercicios heurísticos están compuestos de un complejo sistema de conocimiento y de técnicas que pueden combinarse de diferentes formas para fmalizarlos .con éxito (REIGELUTH, capítulo 18 de esta parte). Por ejemplo, el tipo de conocimientos y de téc­nicas a los que debe recurrir un psicólogo cuando aconseja a sus pacientes exigirían la comprensión de una gran variedad de principios sobre el comportamiento humano, todos diferentes dependiendo del tipo de caso. Por el contrario, las tareas procedimentales como ensamblar una bicicleta, tienen por lo general unas pautas más esta­bles y predecibles.
Además de las tareas heurísticas, existen otros tipos de aprendizaje adecuados para la RPC que incluyen el desarrollo de la comprensión conceptual y de las estra­tegias cognitivas (2). El desarrollo de la comprensión conceptual implica tanto el desarrollo de esquemas para el nuevo conocimiento como la asimilación de los con­tenidos en los esquemas ya existentes. Las estrategias cognitivas incluyen las técni­-
cas del pensamiento crítico, las estrategias de aprendizaje y las técnicas metacog­nitivas. Cuando alguna de estas estrategias constituye un tipo fundamental de aprendizaje deseado, entonces la RPC puede resultar un enfoque educativo extre­madamente eficaz.

La RPC no resulta por lo general adecuada si el contenido objeto de aprendiza­je contiene información basada en hechos (factual) que necesita memorizarse, o un ejercicio procedimental que puede acometerse de mejor modo mediante una serie de pasos predeterminados. Bajo estas circunstancias, con las RPC no sólo se perdería un tiempo muy valioso, sino que además podría resultar frustrante tanto para los alum­nos como para el educador, cuando los grupos de aprendizaje tuvieran que esforzar­se en inventar un procedimiento existiendo ya uno altamente desarrollado y contras­tado que puede enseñarse de manera más eficaz mediante un enfoque directo.
De este modo, la RPC es más apropiada cuando no existe una única respuesta a una pregunta o una sola forma de hacer las cosas, en lugar de cuando la naturaleza del ejercicio difiera considerablemente de una situación u otra, o cuando se requiera una comprensión más profunda.
Entorno de aprendizaje. El entorno de aprendizaje más eficaz para la RPC es el que fomenta la colaboración, la experimentación y la investigación, un entorno que favorezca un intercambio abierto de ideas e información. Los alumnos deberían sen­tirse libres para expresar sus opiniones, explorar nuevas ideas y poner a prueba dife­rentes enfoques en sus trabajos. Es necesario fomentar y proteger este tipo de clima participativo, no sólo por parte del educador, sino también por los propios alumnos (3).

Es importante que el entorno de aprendizaje refleje los valores inherentes a la colaboración. Esto puede exigir reconceptualizar el currículo y adaptar el entorno físi­co y el ambiente de la clase de manera que facilite el trabajo con grupos pequeños. Es necesario disponer del tiempo, del espacio y de los recursos adecuados. Las RPC pue­den resultar a menudo muy intensivas en cuanto al tiempo tanto para los alumnos como para los educadores. Es asimismo conveniente una cuidadosa planificación para proporcionar tiempo suficiente para que los grupos se reúnan y [maticen el proyecto. Además, los alumnos deberán tener a su disposición, en la medida de lo posible, una amplia variedad de información, de materiales y de recursos humanos.

"

Es importante asimismo que las RPC se basen en una argumentación del proble­ma o del proyecto correctamente concebida. Estas argumentaciones pueden variar den­tro de un continuo entre aquellas diseñadas íntegramente por el educador con anterio­ridad al momento educativo, a aquellas otras que pertenecen al mundo real y están mal definidas, que han sido identificadas por el educador y/o los estudiantes una vez comen­zada la experiencia de aprendizaje y en las que se hayan establecido los parámetros del problema o del proyecto. Las circunstancias que pueden influir en los tipos de argu­mentaciones adecuados para un problema o un proyecto son las que incluyen el tipo de contenido que tiene que aprenderse, el tiempo establecido para cada ejercicio, y el grado de acceso a los problemas del mundo real y a los expertos en la materia.

Características del alumno. El tipo de alumno que puede comprometerse en una RPC y su capacidad son los factores esenciales suplementarios que influyen a la hora de que el enfoque de la RPC pueda utilizarse de forma satisfactoria. Es funda­
mental que los alumnos que utilicen la RPC sean, o puedan ser, alumnos dirigidos por ellos mismos que estén conformes y dispuestos a responsabilizarse de su propio aprendizaje (4).

A menudo el educador tendrá que desarrollar estas características en los alum­nos, especialmente si sus experiencias provienen, principalmente, del planteamiento educativo tradicional. De otra forma, el alumno se sentirá tan incómodo con el nuevo papel que se le requiere tanto a él como al educador, que el aprendizaje se inhibirá de forma significativa. No sólo han de llegar al convencimiento de que el educador está realmente dispuesto a permitirles el control de su aprendizaje, sino que han de acep­tar también dicho control. Cuando se presenta esta relación alternativa entre el alumno y el profesor (5), los alumnos suelen intentar mantener con frecuencia el status qua anterior, en donde el educador era el responsable de la dirección de todas las activi­dades de la clase y de proporcionar toda la información y los recursos necesarios. Por lo tanto, los alumnos necesitan a menudo cierta preparación relativa a la forma de actuar en este nuevo entorno, incluyendo los nuevos papeles, las nuevas expectativas y responsabilidades que requerirán.
Este desplazamiento de papeles pone de manifiesto la forma en la que las características de los alumnos y educadores están vinculadas de forma inextricable. Cuanto más autónomo sea el alumno, menos estructuras proporcionadas por el edu­cador necesitará. Pero ambos necesitan sentirse cómodos al hacer cambios en el con­trol tradicional del aula y de las estructuras creando un entorno de aprendizaje más abierto y participativo.
Características del educador: Como ya se ha descrito anteriormente, el edu­cador tiene que sentirse también cómodo con la idea de tener un control menos direc­to de los alumnos y de la enseñanza. Tiene que estar dispuesto a estimular el apren­dizaje autodirigido por parte de los alumnos y actuar más como mediador que como
microdirector. Esto exige que los educadores sean flexibles y tolerantes con un cier­to grado de ambigüedad sobre lo que ha de aprenderse y la forma de llevarlo a cabo. Los educadores tienen que estar también preparados para utilizar una amplia gama de enfoques de aprendizaje según sean necesarios, como, por ejemplo, grupos gran­des y pequeños de discusión, enseñanza directa, aprendizaje activo y enseñanza a la medida.

CÓMO DEBE PONERSE EN PRÁCTICA LA RPC

Debido a su naturaleza general, la teoría educativa RPC, como se comenta más adelante, debería ponerse en práctica íntegramente para que el proceso de resolución de problemas en colaboración resulte completo y coherente. De otro modo, puede que la teoría no proporcione la experiencia, tan valiosa y totalizado­ra, en la colaboración y la resolución de problemas, para la que fue diseñada. No obstante, la teoría está dotada de la suficiente flexibilidad de manera que pueda adaptarse a diversas situaciones de aprendizaje (6). Por ejemplo, el tipo de pro­blema o proyecto que se utilice, el nivel de apoyo facilitado por el educador y la composición de los grupos de aprendizaje pueden personalizarse para un contexto de aprendizaje concreto.
UNA TEORÍA EDUCATIVA PARA
LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS EN COLABORACIÓN

Esta teoría educativa describe las orientaciones y las estrategias educativas uti­lizadas durante la resolución de problemas en colaboración y explica su organización. Como se indicaba con anterioridad, las orientaciones se agrupan en dos categorías generales: (a) las orientaciones globales, que se aplican y respaldan el proceso com­pleto, y (b) las actividades del proceso, que se utilizan durante fases concretas del pro­ceso. Según se desarrollaba la teoría, las orientaciones que mejor abordaban el proce­so en su totalidad, las pautas completas, se sintetizaron a partir de los planteamientos de aprendizaje cooperativo y basados en problemas. Por el contrario, las actividades del proceso que se utilizan durante una situación concreta de aprendizaje se formula­ron a partir de la investigación de los procesos de resolución de problemas en grupo. Cuando se utilizan las orientaciones globales y las actividades del proceso al mismo tiempo, proporcionan un enfoque de aprendizaje coherente que respalda un entorno de aprendizaje en colaboración eficaz y «experto» de forma natural. A continuación se procede a describir las orientaciones globales y las actividades del proceso.

ORIENTACIONES GLOBALES

Las orientaciones globales forman de manera colectiva una aptitud desde la cual actúan los educadores y alumnos. El supuesto fundamental que caracteriza a estos métodos es que el entorno de aprendizaje se basa en la cooperación y la cola­boración, en donde el educador y los alumnos se comprometen en actividades que sir­ven no sólo para resolver un problema, o finalizar un trabajo, sino, también, para fomentar el desarrollo de las técnicas de la resolución de problemas, del pensamien­to crítico y de la creación de equipos.
Para facilitar la explicación, las orientaciones globales se han agrupado en cate­gorías que reflejan sus puntos en común y su intención educativa. Las tres primeras categorías se refieren a la persona encargada de poner en práctica el método: el edu­cador, el alumno o el educador y el alumno juntos. La cuarta categoría incluye métodos que sirven para proporcionar un marco teórico para los tipos de interacción que deben tener lugar en los grupos de aprendizaje. Estos métodos interactivos contribu­yen también a desarrollar una disposición de colaboración, que resulta fundamental para introducirse en este tipo de aprendizaje.
Es importante recordar que a pesar de que las orientaciones globales están agrupadas en categorías, debería destacarse la forma interrelacionada, reiterativa y dinámica en la que interactúan entre sí y con las actividades del proceso. En cualquier momento del proceso, se pueden y deben utilizar todo tipo de orientaciones.
La tabla 11.1 proporciona un esquema de las orientaciones globales. Como se ha comentado anteriormente, muchas de estas orientaciones globales proceden de una gran diversidad de planteamientos relacionados con el aprendizaje basado en pro­blemas y el aprendizaje cooperativo. Se incluyen referencias bibliográficas para aque­llas orientaciones que son exclusivas de un enfoque particular. A continuación de la tabla 11.1 se hace una descripción detallada de cada orientación.
Tabla 11.1. Tipos de orientaciones globales.
Métodos desarrollados por el profesor
· Actuar como recurso y como tutor
(BARROWS, 1996; BRIDGES, 1992; STINSON y MILTER, 1996).
· Crear entornas de aprendizaje que permi­tan a los alumnos trabajar en distintos grupos de pequeño tamaño, en cada uno de los cuales estén un periodo de tiempo prolongado (BARROWS, 1996).
. Formular preguntas para centrar al alum­no en los aspectos importantes del conte­nido y de sus propios procesos de apren­dizaje (BARROWS, 1996; SAVERY y DUFFY, 1995).
· Proporcionar educación puntual cuando lo solicite el alumno (JOHNSON y JONHSON, 1994).
Métodos desarrollados por el educador y el alumno
· Ayudar a determinar las cuestiones y
objetivos del aprendizaje (BRIDGES, 1992).
. Dirigir reuniones para evaluar el progreso
del grupo.
· Recopilar los recursos necesarios (BRIDGES,
1992; STINSON y MILTER, 1996; WEST,
1992).
· Evaluar a los alumnos de múltiples mane­
ras (BRIDGES, 1992; JOHNSON y JOHNSNON,
1994).
· Proporcionar evaluaciones y calificacio­
nes individuales y de grupo (BRIDGES,
1992).

Métodos desarrollados por el alumno
. Determinar cómo deben utilizarse los
conocimientos adquiridos y los recursos para resolver el problema (BRIDGES, 1992; SHARAN y SAHRAN, 1994).
· Determinar y justificar el tiempo indivi­dual o de grupo para las actividades de los trabajos (BARROWS, 1996; BRIDGES, 1992; SAVERY y DUFFY, 1995).

Métodos interactivos
. Aprender y utilizar con soltura las técni­
cas sociales adecuadas y las actividades para realizar en grupo (JOHNSON y JOHNSON, 1994; KAGAN Y KAGAN, 1994).
· Estimular las actividades en grupo (KAGAN
y KAGAN, 1994).
. Fomentar la investigación, la interacción,
la interpretación y la motivación intrínse­
ca (SHARAN y SHARAN, 1994).
· Estimular la interacción simultánea
(KAGAN y KAGAN, 1994).
· Asegurar la participación equitativa
(KAGAN y KAGAN, 1994; SLAVIN, 1995).
. Fomentar la interdependencia positiva
(JOHNSON y JOHNSON 1994; KAGAN Y KAGAN,
1994).
· Defender la interacción directa de pro­
moción (JOHNSON y JOHNSON, 1994).


MÉTODOS DESARROLLADOS POR EL EDUCADOR

La enseñanza en un entorno de colaboración difiere bastante de los plantea­mientos tradicionales, y el profesor puede utilizar los métodos descritos a continua­ción para reconceptualizar su papel.

Actuar como recurso y tutor/mediador y no como distribuidor de conoci­mientos (BARROWS, 1996; BRIDGES, 1992; STINSON y MILTER, 1996). Cuando un educa­dor asume un papel de tutor o mediador, el clima y la estructura de poder del aula cambian drásticamente de diferentes maneras (7). El cambio más significativo es que la responsabilidad fundamental de la dirección del aprendizaje se desplaza a los alum­nos. Los alumnos establecen qué información y recursos necesitan y la forma de obte­nerlos, mientras que el educador está disponible para proporcionarles orientación, respuesta (feedback) y el desarrollo de capacidades que necesiten.
Crear entornas de aprendizaje que permitan a los alumnos trabajar en distintos grupos de pequeño tamaño, en cada uno de los cuales estén un perio­-
do de tiempo prolongado (BARROWS, 1996). Si el tiempo disponible para cada grupo es demasiado corto, la experiencia de los alumnos resultará con frecuencia superficial y no les permitirá aprender el contenido en profundidad o comprobar el efecto com­pleto del proceso de resolución de problemas en grupo (8). Aunque con frecuencia resulta adecuado para una clase comenzar con ejercicios o proyectos más cortos, el objetivo es elaborar experiencias complejas que pueden durar semanas.
Formular preguntas para centrar a los alumnos en los aspectos impor­tantes del contenido y en sus propios procesos de aprendizaje (BARROWS, 1996; SAVERY y DUFFY, 1995). Ésta es una manera en la que el educador puede facilitar el aprendizaje de los alumnos sin asumir su control sobre el mismo. El educador actúa como un preparador cognitivo, que hace a los alumnos preguntas de sondeo para cen­trar su atención en los aspectos más importantes del contenido y para alentarles a la investigación más profunda de ciertos aspectos o a reflexionar sobre su planteamien­to del problema.
Proporcionar a los alumnos instrucción puntual cuando sea necesario (JOHNSON y JOHNSON, 1994). A medida que los alumnos avanzan en la resolución del problema o en el desarrollo de un proyecto, descubren con frecuencia que no tienen los conocimientos o técnicas necesarios para finalizar el trabajo. Según se vayan iden­tificando las deficiencias específicas, el educador puede proporcionar instrucción concreta en forma de minitalleres, demostraciones o clases orales que permitan a los alumnos adquirir los conocimientos o técnicas necesarios (9). Estas carencias pueden identificarse con anticipación; las actividades de aprendizaje pueden prepararse por adelantado y facilitarlas a toda la clase o a grupos concretos, según sea necesario.

MÉTODOS DESARROLLADOS POR EL ALUMNO

Con la orientación de los educadores, los alumnos utilizan estos métodos para ayudarse a sí mismos a la hora de formar sus grupos y dirigir actividades de grupo. Cuando sea factible, los métodos deberán ser desarrollados directamente por los alumnos.

Determinar cómo deben utilizarse los conocimientos adquiridos y los recursos para resolver el problema (BRIDGES, 1992; SHARAN Y SHARAN, 1994). A medida que los grupos comiencen a trabajar en la resolución del problema, será nece­sario recopilar la diversa información y recursos que utilizará el grupo. La forma en la que se van a utilizar la información y los recursos debe definirla el grupo. Esta com­pleja experiencia de resolución de problemas incluye la evaluación por parte de los alumnos de los diferentes recursos que encuentran, así como la decisión de lo que es pertinente y de cómo utilizarlo para avanzar en su trabajo (lO).
Determinar y justificar el tiempo individual o de grupo que se emplea en las actividades de proyecto (BARROWS, 1996; BRIDGES, 1992; SAVERY Y DUFFY, 1995). Se debería permitir que cada grupo decidiese cómo utilizar su tiempo para completar las tareas que ellos mismos identifican. También necesitan justificar las aportaciones tanto individuales como colectivas. Esto puede conseguirse si cada miembro del grupo informa regularmente sobre sus aportaciones, sobre la forma en la que contri­buyen los otros componentes del grupo y sobre cómo funciona el grupo y el proceso.
Esto obliga a todos los miembros del grupo a responsabilizarse y permite al educador identificar y mitigar los problemas en cuanto surgen.

MÉTODOS DESARROLLADOS POR EL EDUCADOR Y EL ALUMNO

Estos métodos están diseñados para ponerse en práctica de forma participativa cuando el educador y los alumnos trabajan juntos. El grado de orientación proporcio­nado por el educador y el nivel de libertad que se les da a los alumnos variará depen­diendo del nivel de comodidad del educador y de la capacidad de los alumnos para dirigir su propio aprendizaje (11).
Colaborar para determinar los problemas y los objetivos del aprendizaje (BRIDGES, 1992). Al comienzo de este proceso, el educador y los alumnos deben defi­nir juntos los problemas que se van a explorar y los objetivos y los propósitos que se van a elegir para la experiencia de aprendizaje. Varía qué parte será decidida por el educador y cuál por los alumnos, basculando entre un extremo del continuo en el que el educador tomará la mayor parte de las decisiones y otro en el que esa tarea le corresponderá a los alumnos. El grado en el que se consienta a los alumnos decidir los problemas y los objetivos del aprendizaje afectará directamente a su nivel de dominio y de pertinencia con respecto al ejercicio y a su trabajo (12). Cuando sea posible, se debería estimular a los alumnos a participar de lleno en este proceso.
Dirigir reuniones en grupo con el educador. Durante todo el proceso de aprendizaje RPC, deberían programarse con regularidad en cada grupo reuniones con el educador. Estas reuniones pueden ser iniciadas por el educador o por los alumnos, según sea necesario. Durante estas reuniones, un grupo puede comentar su progre­so, sus preguntas o sus problemas, y de esta manera, el educador puede proporcionar una respuesta (feedback) personalizada para cada grupo mientras se hace el segui­miento de sus progresos.

Además de estas reuniones de grupo, el educador debería estar también dispo­nible de inmediato para discutir sus problemas y preocupaciones sobre una base indi­vidual. La orientación debería proporcionarse con la intención de ayudar a los alum­nos a desarrollar técnicas mejores con las que regresar y resolver sus problemas inter­personales y relacionados con el trabajo, directamente, dentro del grupo. El educador tiene que tener cuidado de no fragmentar o dividir un grupo, o de hacerlo depender abiertamente de la mediación del educador.
Recopilar los recursos necesarios (BRIDGES, 1992; STINSON y MILTER, 1996; WEST, 1992). Como se describe anteriormente, deberían recopilarse muchos tipos de información y de recursos mientras los alumnos trabajan en el problema o el proyec­to. El educador y los alumnos deberían trabajar conjuntamente para identificar y obtener los recursos necesarios. Asimismo, se debería fomentar que los grupos com­partieran unos con otros los recursos y la información que obtengan. La colaboración debería producirse dentro del grupo y entre los grupos indistintamente. Esta colabo­ración entre y dentro del grupo debería ser un sello distintivo de este tipo de expe­riencia de aprendizaje.
Evaluar a los alumnos de múltiples formas (BRIDGES, 1992; JOHNSON Y JOHNSON, 1994). La evaluación de los alumnos deberá producirse durante toda la
experiencia de aprendizaje, tomando distintas formas, tanto formales como informa­les. Entre estos tipos de evaluación se incluyen las conversaciones y las reuniones informales del educador con los grupos, las observaciones sobre el grupo durante el trabajo, la evaluación de los informes sobre el progreso individual de los alumnos y los informes de las evaluaciones formativas y de los tests prácticos de cada grupo. Los alumnos también deberían reflexionar y evaluar de forma continua sus resultados y sus procesos. A continuación, debería realizarse la evaluación formal del resultado [mal por parte del educador y de los alumnos mientras examinan y discuten juntos la calidad del resultado y su eficacia para abordar el problema original o el contenido del proyecto (13).

Proporcionar al grupo y al individuo evaluaciones y calificaciones (BRIDGES, 1992). La calificación final debería ser una combinación de las evaluaciones del trabajo de grupo y de las aportaciones individuales. Esto se puede obtener con­tando con una parte de las evaluaciones que reflejan la calificación [mal de la evalua­ción sobre la reflexión de los resultados individuales conseguidos durante el trabajo, como, por ejemplo, los informes semanales sobre el progreso o una redacción [mal sobre reflexiones individuales. Parte de la calificación [mal puede reflejar, también, una evaluación llevada a cabo por los miembros del grupo sobre un compañero, o una auto evaluación sobre las aportaciones concretas al trabajo y al proceso del grupo.


MÉTODOS INTERACTIVOS

Estos métodos proporcionan una orientación para las interacciones que tienen lugar durante la RPC. Estas interacciones y estos procesos son fundamentales porque proporcionan el contexto donde tiene lugar la enseñanza y el aprendizaje. Tales orien­taciones deberían: (a) ayudar al educador a respaldar el trabajo de los alumnos y la manera de abordar los problemas y las preocupaciones a medida que surgen, y (b) ayudar a los alumnos a comprometerse en procesos de colaboración intensos, signifi­cativos y eficaces que les permitan aprender el contenido y desarrollar mejores téc­nicas para resolver problemas en grupo (14).
Aprender y utilizar intencionadamente las técnicas sociales, tales como el liderazgo, la toma de decisiones, la confianza, la comunicación y la dirección de los conflictos (JOHNSON y JOHNSON, 1994; KAGAN Y KAGAN, 1994). Muchas de estas técnicas sociales son la base de procesos de grupo eficaces; su deficiencia puede lle­var a un equipo al desastre. Por lo tanto, es importante que el educador proporcione instrucción y recursos relacionados con esas técnicas sociales, adecuados al nivel de experiencia y capacidad de los alumnos.

Estimular las actividades para formar equipos (KAGAN y KAGAN, 1994). Las actividades para formar equipos ayudan a desarrollar técnicas de colaboración e iden­tidad de grupo. El educador debería diseñar una serie de actividades cortas en las que los nuevos grupos tomen parte para comprometerse y crear confianza y cohesión. Estas actividades pueden incluir actitudes para «romper el hielo», así como el tiem­po establecido anteriormente por los alumnos para relacionarse con los miembros del grupo, resolver rompecabezas o juegos cooperativos para que el grupo se vaya compenetrando poco a poco, o cualquier actividad estructurada que estimule la par­ticipación y la cooperación del grupo.

CID l.
Fomentar nociones de investigaci6n, interacci6n, interpretación y moti­vaciones intrínsecas (SHARAN y SHARAN, 1994). Estos cuatro conceptos recogen algunos de los elementos de mayor importancia que constituyen el entorno de apren­dizaje necesario para la RPC. La investigación permite crear un ambiente de trabajo en el que los alumnos y el educador son considerados una «comunidad de investiga­dores» (THELEN, 1981). Esta disposición es fundamental para la RPC. Un objetivo pri­mordial de este planteamiento es conseguir que los alumnos se vean a sí mismos como investigadores que plantean hipótesis, que exploran soluciones posibles y diseñan planes; adquieren la información, los recursos y las técnicas necesarias y formulan soluciones importantes y resultados sólidos en los que abordan los problemas origi­nales del aprendizaje que los alumnos identificaron por sí mismos.
La interacción resulta igualmente fundamental, puesto que la colaboración es el sello distintivo de esta teoría. Los alumnos necesitan un contexto social de apoyo en el que puedan relacionarse libremente los unos con los otros a medida que se comprometen en los grupos de resolución de problemas. A través de estas interac­ciones los alumnos llevan a cabo su trabajo y afinan técnicas de razonamiento social y crítico importantes.
Los alumnos también necesitan desarrollar la habilidad para interpretar y eva­luar los diferentes tipos de fuentes de información que recogen. Necesitan ser capa­ces de transformar en significado lo que aprenden y de comprender cómo encaja en sus objetivos de aprendizaje y en sus proyectos de trabajo. Los alumnos deberían tener numerosas oportunidades para organizar, analizar y sintetizar sus hallazgos a medida que comienzan a integrados en sus soluciones o proyectos.

También se espera que la resolución de problemas en colaboración proporcio­ne a los alumnos experiencias que construyan una «motivación intrínseca» (15) para aprender, investigar, colaborar y resolver problemas. Esto se puede fomentar muchas veces desarrollando la pertinencia y el dominio que los alumnos experimentan sobre su aprendizaje. Es fundamental alimentar las actitudes y las técnicas que van a ani­mar a los estudiantes a ser alumnos para siempre.

Fomentar la interacción simultánea donde haya múltiples participantes activos comprometidos en los ejercicios de resolución de problemas (KAGAN y KAGAN, 1994). Ésta es la esencia de la RPC y tiene lugar cuando cada miembro del grupo se responsabiliza de una tarea fundamental para el proyecto y cuando el grupo tiene que trabajar en conjunto para lograr su propósito. Estos tipos de interacción fomentan el desarrollo de una serie de técnicas de pensamiento crítico y de resolu­ción de problemas y proporcionan una valiosa experiencia para trabajar como un equipo cohesionado.
Asegurar la participación equitativa a fin de que todos los alumnos ten­gan la oportunidad de contribuir (KAGAN y KAGAN, 1994; SLAVIN, 1995). Un proble­ma con el que a menudo se encuentran los grupos pequeños, es que uno o más alum­nos pueden comenzar a dominar el grupo, controlando el resultado de las decisiones y de la división de las tareas entre los miembros del grupo. Esto puede destruir el ver­dadero espíritu de colaboración que debe residir en estos grupos. Por lo tanto, es importante que los educadores aborden directamente la posibilidad de desequilibrios con los alumnos y estimulen a los grupos, cuando se forman por primera vez, a dis­
cutir las formas de tratar este problema, si surgiera. El educador debería controlar también las interacciones de los grupos y ayudar a los grupos o a los individuos que puedan encontrarse en esa situación. El objetivo es potenciar un entorno en el que cada miembro del grupo se sienta seguro compartiendo sus ideas y contribuyendo a crear un ambiente de aceptación y respeto.
Fomentar la interdependencia positiva, por la que cada miembro del grupo está correctamente vinculado con los demás, de manera que el individuo no pueda tener éxito si no lo tiene el grupo (JOHNSON y JOHNSON, 1994; KAGAN Y KAGAN, 1994). Cuando los miembros del grupo sienten esta interdependencia positiva con el resto de sus compañeros, tienen mayor predisposición para trabajar en colabo­ración por el progreso del grupo que para competir por resultados individuales. El edu­cador puede fomentar la interdependencia positiva comunicando con claridad a los alumnos que sus logros individuales se basan fundamentalmente en el éxito del grupo. A medida que trabajan en colaboración y adquieren experiencia a través de sus éxitos y fracasos colectivos, los alumnos comienzan a comprender esto de manera intuitiva.
Defender la interacción promotora directa en la que los alumnos fomentan el éxito entre ellos elogiándose, alentándose, ayudando y apoyándose mutua­mente en sus esfuerzos por aprender (JOHNSON y JOHNSON, 1994). Los miembros del grupo no sólo necesitan darse cuenta de su interdependencia, sino que de hecho tam­bién necesitan estimular el éxito mutuamente. Deberá existir una verdadera preocu­pación para que los esfuerzos de sus compañeros de equipo tengan éxito, manifestán­dolos por medio del aliento y de la disposición para ayudar y apoyar a los demás (16).
Requerir un compromiso individual donde los alumnos se responsabili-­
cen de su parte del trabajo (JOHNSON y JOHNSON, 1994; KAGAN Y KAGAN, 1994; SLAVlN, 1995). El compromiso individual es importante para mantener un sentido justo sobre las aportaciones que hace cada miembro del grupo. Como se ha descrito anterior­mente, esto puede llevarse a cabo de forma externa mediante informes escritos diri­gidos al educador. Pero el sentido del compromiso también debería ser una cualidad intrínseca del trabajo de cada individuo, al contribuir honestamente con una parte justa de su trabajo. Una vez más, el educador deberá defender esta postura directa­mente y establecerla como expectativa para los alumnos.
Ahora que se han comentado las orientaciones globales (véase la tabla 11.1, p. 261 como resumen), en la siguiente sección se va a describir el proceso de activi­dades que dirigen las actividades fundamentales del aprendizaje. Esto incluirá un per­fil y un comentario de cada una de las fases del proceso de resolución de problemas en colaboración en el que trabajan los alumnos, junto con las orientaciones educativas.



ACTIVIDADES DEL PROCESO

A diferencia de las orientaciones globales, que se utilizan durante todo el pro­ceso de aprendizaje, las actividades del proceso son estrategias y métodos educati­vos que se aplican durante el aprendizaje a una fase o proceso concreto. El objeti­vo de estas orientaciones es proporcionar a los grupos de aprendizaje un antepro­yecto sobre los tipos de actividades en las que deberían verse envueltos al colabo­rar en las soluciones o en los proyectos. Estas actividades de aprendizaje tendrán
lugar probablemente durante unas cuantas semanas y serán a menudo repetitivas y/o concurrentes.
Las orientaciones para las actividades del proceso se desarrollan para apoyar, todo lo posible, un proceso naturalmente efectivo de resolución de problemas. Están basadas fundamentalmente en la investigación y en la teoría de las mejores prácticas de interacción de grupos y de aprendizaje. El resultado es una teoría educativa amplia que aborda cada una de las actividades relacionadas con la resolución de problemas en colaboración. La tabla 11.2, p. 268, proporciona un perf1l de estas nueve activida­des del proceso y sus orientaciones relacionadas. A continuación se presenta una des­cripción detallada de cada una de esas orientaciones específicas.
En su totalidad, cada una de las fases principales está diseñada para interactuar con todas las demás de forma repetitiva y flexible. Esto quiere decir que, aunque exis­ta un orden inherente a todas las fases, probablemente surgirán situaciones durante el proceso de aprendizaje en las que el educador o los alumnos necesitarán volver a una fase anterior. Por ejemplo, mientras los grupos trabajan en la resolución del pro­blema o proyecto, puede surgir la necesidad de renegociar y redefinir la comprensión común del grupo sobre el trabajo inicial. Las fases pueden tener lugar de forma con­currente. Por ejemplo, durante el proceso principal de resolución del problema en colaboración, las actividades de implicación en el trabajo en curso, la presentación de informes y la participación en la colaboración entre grupos tienen lugar, generalmen­te, de forma simultánea. El principio fundamental establece que el proceso es diná­mico y flexible. Necesita personalizarse a cada experiencia de aprendizaje, basarse en las necesidades de los alumnos, así como en el contenido educativo y en las técnicas que se tienen que aprender. Las orientaciones educativas para cada una de las activi­dades del proceso se describen a continuación.

1. EL EDUCADOR Y LOS ALUMNOS ESTABLECEN Y CREAN SU DISPOSICIÓN A COMPROMETERSE EN UN TRABAJO DE COLABORACIÓN EN GRUPO

El educador comienza con una visión de conjunto de las ideas y de los valores básicos relacionados con este tipo de proceso de enseñanza / aprendizaje (JOHNSON Y JOHNSON, 1994; STINSON Y MILTER, 1996). Esta revisión debería hacer referencia a las ventajas y desventajas del trabajo en equipo, perf1lando la forma en la que tiende a avanzar el proceso y el tipo de experiencias que pueden tener los alumnos en sus gru­pos, así como comentando el modo en el que van a ser evaluados ellos y sus resulta­dos. A continuación, el educador debería permitir que los alumnos planteen pregun­tas y comenten los problemas del proceso. Es importante que el educador responda a esas preguntas mediante ajustes adecuados o proporcionando instrucción o recur­sos a los alumnos. El objetivo principal de esta fase es ayudar a los alumnos a com­prender en lo que se van a ver comprometidos y por qué.
A continuación, el educador formula un problema o un trabajo real (BARROWS, 1996; SAVERY y DUFFY, 1995; STINSON Y MILTER, 1996). Cuando sea apropiado, esto se puede realizar en colaboración con los alumnos. Entre las consideraciones para determinar el grado de compromiso del alumno que se incluirán en la formulación del ejercicio, se encuentran la edad y las capacidades del alumno, la limitación de tiempo,
Tabla 11.2. Esquema de las actividades del proceso.

­
1. Crear una buena disposición
· Visualizar globalmente el proceso de
colaboración en la resolución del proble­ma (JOHNSON y JOHNSON, 1994: STINSON y MILTER, 1996).
· Desarrollar un marco real del problema o proyecto para fijar las actividades educa­tivas y de aprendizaje (BARROWS, 1996; SAVERY y DUFFY, 1995; STINSON Y MILTER, 1996).
· Proporcionar técnicas de instrucción y prácticas para el proceso en grupo (JOHNSON y JOHNSON, 1997; KAGAN Y KAGAN, 1994).
2. Constituir y regular grupos
· Construir grupos de trabajo pequeños y
heterogéneos (BRIDGES, 1992; JOHNSON Y JOHNSON, 1997;SLAVIN, 1995).
· Estimular a los grupos a establecer orien­
taciones de actuación.
3. Determinar una definición prelimi­
nar del problema
· Establecer una comprensión común del
problema (BARROWS y TAMBLYN, 1980;
SCHMIDT, 1989).
· Identificar los aspectos y objetivos del
problema (BARROWS y TAMBLYN, 1980;
BRIDGES, 1992).
· Proponer soluciones preliminares o pro­
yectar planes (BRANSFORD y STEIN, 1993).
· Seleccionar y desarrollar un diseño del
plan inicial.
· Identificar fuentes de recursos necesa­
rios (BRIDGES, 1992; STINSON Y MlLTER,
1996).
· Recoger información preliminar para
confirmar el plan .

4. Definir y asignar funciones
· Identificar las funciones principales para
llevar a cabo el plan (BRIDGES, 1992; JOHNSON y JOHNSON, 1997; WEST, 1992).
· Establecer la asignación de funciones
(WEST, 1992).
5. Implicarse en un proceso reiterativo de
colaboración para resolver problemas
· Depurar y desarrollar el plan de cliseño.
· Identificar y asignar tareas.

· Obtener información, recursos y expe­
riencia necesarios (SCHMIDT, 1989).
· Colaborar con el educador para obtener
recursos adicionales y técnicas necesa­
rias (WEST, 1992).
· Difundir la información, los recursos y la experiencia obtenida a los otros miem­bros del grupo (BARROWS y TAMBLYN, 1980; SHARAN y SHARAN, 1994; WEST, 1992).
· Comprometerse en el trabajo de desarro­llo o resolución del proyecto (WEST, 1992).
· Informar con regularidad sobre las apor­taciones individuales y las actividades de grupo.
· Participar en las colaboraciones y en las
evaluaciones entre grupos.
· Realizar evaluaciones formativas de la
solución o proyecto (SCHMIDT, 1989).
6. Concluir la solución o proyecto
· Diseñar la versión [mal de la solución o
proyecto.
· Dirigir la evaluación o el examen práctico
de la solución o del problema.
· Revisar y completar la versión [mal de la
solución o proyecto.

7. Sintetizar y reflexionar
· Identificar las ventajas del aprendizaje
(BRANSFORD y STEIN, 1993; WEST, 1992)
· Interrogar sobre las experiencias y las
sensaciones sobre el proceso (JOHNSON y
JOHNSON, 1994)
· Reflexionar sobre el proceso inclividual y el proceso de grupo (BARROWS y TAMBLYN, 1980; JOHNSON y JOHNSON, 1994; SAVERY y DUFFY, 1995).
8. Evaluar resultados y procesos
· Evaluar los productos y artefactos crea­
dos (BRIDGES, 1992).
· Evaluar el proceso utilizado (BRIDGES,
1992).

9. Proporcionar una conclusión
· Formalizar la conclusión del grupo
mediante una actividad de clausura.
los objetivos educativos y la estructura del curso o de la clase. Aquí la finalidad consiste en crear un contenido que encaje en el problema o en el proyecto en el que van a traba­jar los alumnos. Existe un continuo sobre el grado de estructuración del contenido. Por un lado, el ejercicio puede estar muy estructurado por el profesor antes de que comien­ce la instrucción. Por otro lado, los alumnos pueden identificar un problema propio de la vida real en el que van a trabajar, basándose en los temas de aprendizaje y en los objeti­vos establecidos al comienzo del proceso de instrucción. El objetivo principal de esta actividad es desarrollar un argumento o encontrar un problema que sea real y que tenga el nivel adecuado de complejidad para los alumnos (17). Entre las orientaciones genera­les para desarrollar un problema o un argumento para un trabajo se incluyen:
· Desarrollar problemas que estén estructurados de manera insuficiente y que sean lo suficientemente complejos para fomentar el desarrollo del pensa­miento crítico y las técnicas para la resolución de problemas;
· incorporar cuestiones y problemas que sean reales y pertinentes para los
usuarios;
· elaborar problemas que resuman la práctica profesional en el ámbito objeto
de estudio; · utilizar problemas nuevos o que sean actuales y significativos.
Otra actividad importante en la creación de una buena disposición para los
alumnos es la identificación y el desarrollo de técnicas fundamentales para crear gru­pos de aprendizaje satisfactorios. Los alumnos deberían comprometerse en las activi­dades de creación de grupos o de equipos bajo la orientación del educador (JOHNSON y JOHNSON, 1997; KAOAN y KAOAN, 1994). Esto puede realizarse mediante un taller de aprendizaje dirigido por el educador o distribuyendo materiales auto educativos a los alumnos. El propósito fundamental es crear competencia en áreas como la interacción interpersonal, el liderazgo de grupo, la dirección del proceso, la interdependencia y la creación de consenso. Los alumnos deberían disponer de tiempo para practicar algu­nas de estas técnicas en grupos temporales antes de pasar a su grupo principal para el primer proyecto, a menos que su desarrollo en tales técnicas sea ya bastante elevado.

2. EL EDUCADOR O LOS ALUMNOS CONSTITUYEN PEQUEÑOS GRUPOS DE TRABAJO HETEROGÉNEOS,
y A CONTINUACIÓN LOS GRUPOS PARTICIPAN EN PROCESOS DE ELABORACIÓN DE NORMAS

La formación de estos grupos es uno de los aspectos más importantes relacio­nados con el éxito de la experiencia de colaboración en la resolución del problema (BRIDOES, 1992; SLAVIN, 1995). Los grupos de aprendizaje reducidos de entre tres y seis miembros han demostrado ser los más eficaces (JOHNSON y JOHNSON, 1997; PUTNAM, 1997). Tales grupos son lo suficientemente pequeños como para hacer posi­ble las reuniones de grupo y fomentar el mayor grado de participación de cada miem­bro del grupo. Los grupos constituidos para realizar un proyecto obtienen mejores resultados cuando están compuestos por tres o cuatro alumnos, mientras que los gru­pos de toma de decisiones pueden ser algo más grandes (BRUFFEE, 1993).
La composición del grupo también es importante. Los alumnos consiguen una experiencia más enriquecedora cuando los grupos son heterogéneos. Entre los crite­-
rios para la formación de grupos se incluye el sexo, la filiación étnica, los conocimientos o técnicas previas relevantes y las experiencias previas de trabajo en equipo. Cuando sea posible, se permitirá a los alumnos constituir sus propios equipos basándose en los criterios elegidos por el educador. Por ejemplo, un conjunto de criterios para la consti­tución de un grupo podría ser que los dos sexos estén representados, que al menos una persona sea un alumno extranjero o que el inglés no sea su lengua materna (cuando proceda), y que cada miembro del equipo trabaje con, al menos, una persona que no conozca. Si existiera la probabilidad de que esto constituyera un problema, el educador podría formar grupos basándose en la información recogida por los alumnos.
Aunque los equipos deberán ser heterogéneos, según los criterios descritos anteriormente, existen algunas características del alumno que deberían ser general­mente homogéneas. Los alumnos que no sean adultos deben tener más o menos la misma edad y los miembros del grupo deben tener niveles de capacidad de aprendi­zaje y de sofisticación compatibles. También deben compartir un interés común sobre el tema. Con esto se intenta que los alumnos no sean tan dispares como para no com­partir unos intereses o capacidades semejantes. Con frecuencia estos parámetros resultan de forma natural de las estructuras de la educación formal, como, por ejem­plo, los diferentes cursos.
Una vez constituidos los grupos, necesitan comenzar el proceso de asignación de normas: desarrollar un sentido de identidad de grupo y un acuerdo sobre sus pro­pias orientaciones operativas. Estas orientaciones pueden incluir las normas básicas para las interacciones de los grupos, la división de los trabajos y los procedimientos para conseguir el consenso. Por lo general, el educador va a necesitar estar disponi­ble para facilitar el trabajo de los grupos mientras éstos negocian este proceso a menudo difícil de establecimiento de normas.

3. LOS GRUPOS SE COMPROMETEN
EN UN PROCESO PRELIMINAR PARA DEFINIR EL PROBLEMA SOBRE EL QUE VAN A TRABAJAR

Una vez que los grupos se han formado y se han dotado de normas, será nece­sario que comiencen a definir, por ellos mismos, las tareas que tienen por delante. En primer lugar, el grupo establece un entendimiento común sobre el problema (BARROWS y TAMBLYN, 1980; SCHMIDT, 1989). Esto es importante porque cada persona en el grupo tendrá al principio una interpretación diferente del contexto del proble­ma o del contenido del proyecto y de las ideas para abordado. Este proceso de defi­nición de tareas es un paso fundamental en la RPC. Sin embargo, este proceso se rea­liza a menudo de forma superficial o precipitada. Esto dificulta el progreso del grupo, ya que cada miembro trabaja desde una perspectiva diferente de la tarea. Por lo tanto, para que el grupo sea eficaz, los integrantes necesitan consensuar lo que significa la tarea. Esto permite también que los miembros identifiquen qué aspectos y objetivos del aprendizaje son más importantes para ellos y trabajen en su solución o proyecto.
Una vez conseguido un entendimiento común del problema, el grupo comienza a proponer una serie de soluciones posibles o planes para el proyecto (BRANSFORD y STEIN, 1993). Es importante que el educador estimule a los grupos a plantear un gran número de posibilidades. De entre estas posibilidades el grupo puede elegir una para
desarrollarla dentro de un plan de diseño inicial. A continuación, los grupos identifi­can los recursos, la experiencia y la información necesarios para comenzar a trabajar en su plan de diseño, identificando experimentalmente los recursos que pueden obte­ner dentro o fuera del grupo (BRIDGES, 1992; STINSON y MILTER, 1996). El grupo está entonces listo para iniciar una misión preliminar de búsqueda de datos en la que los integrantes del grupo explorarán los recursos y la información que tienen disponible y que tendrán que obtener con la ayuda del educador. Esta información será exami­nada de nuevo por el grupo y se utilizará para determinar si el plan inicial es válido o si requiere una definición, o incluso rechazarlo en pro de uno nuevo.

4. CADA GRUPO DEFINE CUALES SON LOS PAPELES NECESARIOS PARA ACOMETER EL PLAN DE DISEÑO
Y A CONTINUACIÓN LOS DISTRIBUYE

Mediante la definición de funciones, los alumnos analizan lo que es necesario hacer y quién será el responsable de llevarlo a cabo. En particular, cuando los alum­nos son nuevos en los procesos participativos, esto les ayuda en la organización y estructuración de las actividades del grupo. Primero, deberán completar los papeles principales para completar el plan de diseño (BRIDGES, 1992; JOHNSON y JOHNSON, 1997; WEST, 1992). El educador puede ayudar en este proceso asegurándose de que cada grupo haya identificado todas las posturas posibles. Esto podría incluir al coordinador del proyecto, al mediador del proceso, al diseñador y al promotor o encargado del registro. Una vez identificados todos los papeles, habrá que determinar sus respecti­vas responsabilidades.
El grupo puede negociar la designación de los papeles, con la ayuda del profesor, cuando sea necesario, para asegurarse de que cada alumno tiene la oportunidad de ensayar diferentes papeles mientras trabaja en diferentes grupos (WEST, 1992). Aunque se debería prestar atención a los intereses y las capacidades actuales del individuo, tam­bién es importante que cada alumno tenga la oportunidad de extender sus conocimien­tos y técnicas en áreas importantes en las que no esté muy fuerte. Por lo tanto, la mejor práctica no es permitir siempre que la persona más preparada para un papel lo realice, sino permitírselo a alguien que necesite la experiencia para acometerlo (18). Los alum­nos también tendrán que tener en consideración, a medida que avanza el proyecto, que los papeles se cambiarán según sea necesario y que su definición necesita ser lo sufi­cientemente flexible para permitir que los miembros del grupo se ayuden entre sí, asu­man diferentes responsabilidades e incluso vuelvan a definir un papel.

5. EL GRUPO SE IMPLICA EN EL PROCESO RPC
REPETITIVO PRINCIPAL

Una vez decidido el plan de diseño sobre las funciones asignadas, el grupo está preparado para implicarse en el proceso principal de RPC. Esta fase es el núcleo de esta te aria educativa. Aquí es donde los alumnos van a invertir la mayor parte de su tiempo, ya que diseñarán y desarrollarán su solución o su proyecto mediante las siguientes actividades (19):
  • Perfeccionar y desarrollar el plan de diseño
  • Identificar y asignar tareas.

  • · Adquirir la información, los recursos y la competencia necesarios.
  • · Colaborar con el educador para obtener recursos adicionales y técnicas necesarias. · Difundir la información, los recursos y la competencia obtenidos entre los
  • otros miembros del grupo.
  • · Comprometerse en el trabajo de desarrollo de la solución o del proyecto.
  • · Informar con regularidad de las aportaciones individuales y de las actividades
  • de grupo.
  • · Participar en la cooperación entre grupos y en las evaluaciones.
  • · Dirigir evaluaciones formativas para la solución o el proyecto.

Se deberá resaltar la naturaleza reiterativa del proceso. Se puede anticipar que los alumnos se verán envueltos en este proyecto en múltiples ocasiones según vayan desarrollando la solución o el proyecto en su forma final. Este proceso reiterativo es similar al de hacer prototipos de colaboración rápida (DORSEY, GOODRUM y SCHWEN, 1995), en el que cada nueva versión incorpora nuevos conocimientos y recursos adquiridos, así como información obtenida a partir de las evaluaciones formativas. Debido a la importancia de esta fase de la actividad, cada uno de los subprocesos se comenta detalladamente.

Perfeccionar y desarrollar el plan de diseño. Si ésta es la primera repetición del proceso, el grupo utiliza la información obtenida en su misión inicial de descubri­miento de hechos para perfeccionar y desarrollar el plan de diseño. Si se trata de una repetición posterior, entonces se utilizará la información de la evaluación formativa que se acaba de realizar en la versión actual del proyecto o solución. De cualquier forma, este proceso de perfeccionamiento se lleva a cabo comparando la nueva infor­mación con la versión actual de la solución o proyecto. Según se van anotando las dis­crepancias y las demostraciones entre la nueva información y la versión actual, el diseño del plan se desarrolla y se redefine partiendo de la confusa versión inicial (BRUNER, 1996; REIGELUTH y NELSON, 1997) hasta llegar a una solución o proyecto que resulte mucho más perfecto y detallado. Durante esta actividad, el papel del educa­dor es el de ayudar a los grupos a utilizar de forma eficaz la información que están acumulando para avanzar en el diseño del plan.

Identificar y asignar tareas. Según avanza el plan de diseño, suele surgir otro tipo de tareas para poder incorporar lo que se ha aprendido en el proyecto. Una vez identificadas estas tareas, los miembros del equipo necesitan negociar quién va a ser el responsable del cumplimiento de cada tarea. Normalmente, estas tareas consisten en el mismo trabajo del proyecto o en la necesidad de adquirir y difundir información y nuevos recursos. Las tareas pueden llevarse a cabo de forma individual o por el grupo en su conjunto. Por lo general, una tarea se creará basándose en el trabajo pro­gresivo que un miembro del grupo esté ya realizando para un papel dado. No obstante, en otros momentos surgirá una tarea completamente nueva que será necesario asimilar a uno de los papeles. Lo importante es que se identifique cada tarea y sé asu­man responsabilidades para su cumplimiento. En las cuatro actividades que sé pre­sentan a continuación, y que normalmente tienen lugar de forma concurrente, se establece la forma de acometer estas cuatro tareas.

Adquirir la información, los recursos y la competencia necesarios (SCHMIDT, 1989). Durante las RPC existe una necesidad constante y siempre cam-­


biante de obtener información, recursos y experiencias. A menudo, estas necesidades se identifican durante la fase de identificación de tareas precedente. Una vez identi­ficadas, el grupo tiene que localizar las fuentes más adecuadas y obtener la informa­ción, los recursos y el dominio necesarios. Esto puede realizarse mediante actividades
tales como la búsqueda en bibliotecas, las investigaciones de campo o mediante reu­
niones con expertos en la materia. Aunque parezca sencillo, puede resultar una labor desalentadora y excesiva para el grupo. A menudo aparecen pistas falsas y se pierde el tiempo en actividades irrelevantes, o el grupo asume erróneamente que posee la información o la técnica fundamentales. Un educador atento puede facilitar el desa­rrollo del proceso señalando las posibles fuentes de información, ayudando a los alum­nos a juzgar el valor y la exactitud de la información o la aplicabilidad de los recursos, o proporcionando información sobre las técnicas y conocimientos más necesitados, como se describe en la siguiente orientación.
Colaborar con el educador para obtener recursos adicionales y técnicas necesarias (WEST, 1992). Es fundamental que cada grupo sea capaz de comunicar al educador en qué tipos de recursos, de información o de competencias necesitan ayuda para conseguirlos. El educador proporciona entonces asistencia en cuanto a cómo obtener esos recursos adicionales y diseña una formación adecuada y puntual sobre los conocimientos y las técnicas necesarias para [malizar la solución o el pro­yecto. Esta interacción entre el educador y los grupos continuará mientras los alum­nos identifican las nuevas lagunas en su comprensión y en sus capacidades. Por lo tanto, el educador debe ser especialmente perspicaz para controlar el progreso de cada grupo manteniendo abiertas las líneas de comunicación para que se puedan comunicar y abordar las necesidades. Este proceso, que permite a los alumnos iden­
tificar y comunicar su propio aprendizaje, aumenta su sensación de control sobre el proceso de aprendizaje y crea una sensación de pertinencia sobre la enseñanza que se ha proporcionado.
Difundir entre los otros miembros del grupo la información, los recursos y la competencia adquiridos (BARROWS y TAMBLYN, 1980; SHARAN y SHARAN, 1994; WEST, 1992). Una vez obtenida la información, los recursos, la comprensión y las téc­nicas, deben difundirse de manera adecuada por todo el grupo, en particular entre aquellos miembros del equipo a los que les resulte crucial para su trabajo o para sus responsabilidades dentro del grupo. Por consiguiente, la competencia en la comuni­cación de los hallazgos a los otros miembros del grupo durante las frecuentes reunio­nes de trabajo resulta fundamental. Es asimismo esencial que lo que se ha aprendido ti obtenido se comunique con exactitud y eficacia para que así el equipo pueda utili­zarlo para el desarrollo del plan de diseño y para perfeccionar la solución o el proyecto durante la fase siguiente del proceso.
Comprometerse en el trabajo de desarrollo de la solución o del proyecto (WEST, 1992). Una nueva tanda de elaboración de soluciones o desarrollo de proyec­tos tiene lugar cada vez que el grupo asimila información y recursos nuevos en la ver­sión actual del producto. Sin embargo, para que esto suceda, todos los integrantes del grupo necesitan entender en qué consisten sus papeles y sus tareas y sentirse capa­citados para desarrollarlos. Así pues, es importante que el educador continúe inte­ractuando con los grupos como mediador organizativo y como recurso para construir competencias. El educador debe solicitar y recibir una respuesta (feedback) adecua­-
da y una reflexión por parte de los grupos sobre su progreso para poder anticipar y cubrir sus necesidades.

Informar con regularidad de las aportaciones individuales y de las acti­vidades del grupo. Un método de respuesta (feedback) y de evaluación altamente eficaz consiste en presentar al educador un informe semanal o quincenal que inclu­ya: (a) cuáles han sido las aportaciones individuales al proyecto y a los procesos de grupo, (b) cuáles han sido las aportaciones de los otros miembros del equipo, (c) cuál es el trabajo que se ha llevado a cabo, y (d) cómo se han desarrollado los procesos del grupo en el equipo. A través de estos informes (y de las reuniones regulares con cada grupo), el educador puede tener conocimiento de cómo percibe cada persona sus propias aportaciones y las de sus compañeros de equipo. Los miembros del grupo también ayudan al educador a identificar los problemas, tanto en lo que respecta al trabajo en el proyecto como a los procesos del grupo, y a transmitirlos sobre una base individual o de grupo.
Participar en la cooperación entre grupos y en las evaluaciones. Una de las experiencias más importantes que puede tener lugar en las RPC es cuando los grupos comienzan a colaborar entre sí. Esta colaboración permite que los grupos intercambien ideas, discutan sucesos y preocupaciones y se proporcionen respues­tas (feedbacks) unos a otros. Puede llevarse a cabo, en el caso de los grupos mayo­
res de tres o cuatro equipos, estableciendo tiempo fuera de clase para reunirse. Durante estas reuniones, cada grupo pequeño presentaría el trabajo realizado hasta el momento, solicitando respuestas (feedbacks) a los otros grupos. Puesto que cada grupo trabaja en solitario en proyectos similares, los grupos pueden compartir pun­tos de vista valiosos con otros grupos sobre lo que funciona y lo que no funciona con respecto al proyecto y a los procesos del grupo. Esta colaboración entre grupos y estas sesiones de respuestas (feedbacks) son un catalizador de las nuevas ideas e interpretaciones del ejercicio. Además, estas reuniones ayudan a evitar que se forjen sentimientos de competencia entre los grupos y que puedan desembocar en un resultado no deseado y destructivo para los diversos grupos que trabajan en el mismo ejercicio.

Dirigir evaluaciones formativas para la solución o el proyecto (SCHMIDT, 1989). Además de la respuesta (feedback) recibida por el profesor y por el resto de los grupos, cada uno de ellos necesita dirigir periódicamente evaluaciones formativas sobre la versión actual del resultado (20). Esto ocurre con frecuencia de forma paralela con los ciclos de recopilación y difusión de recursos y con el desarrollo del trabajo. Resulta esencial para esta actividad que los grupos comprendan el papel y los proce­sos relacionados con la evaluación formativa. Asimismo, esta evaluación debería rea­lizarse únicamente cuando se haya desarrollado lo suficiente una nueva versión de la solución o proyecto como para garantizar una nueva evaluación. A medida que van surgiendo las distintas versiones del proyecto, el equipo debería organizar actividades de evaluación formativa, como, por ejemplo, pruebas de campo y de utilidad y revi­siones de expertos. Esto se puede realizar al principio de forma informal, para con­vertirse en algo más estructurado con el paso del tiempo, según el proyecto o solu­ción vayan acercándose a su versión [mal. El papel del educador durante estas activi­dades es, una vez más, el de orientar, informando a los equipos de la importancia, la [malidad y los procesos de la evaluación formativa.


Esto completa el proceso principal de resolución de problemas. Lo que sigue a continuación son las actividades durante las cuales finaliza la solución o el proyecto, se evalúan los resultados y se sacan conclusiones a la experiencia de aprendizaje (véase la tabla 11.2, p. 268).

6. LOS GRUPOS COMIENZAN A COMPLETAR
SUS SOLUCIONES O SUS PROYECTOS

Después de haber participado en las repeticiones adecuadas de los procesos principales de RPC, los grupos comienzan a formular una versión [mal de su produc­to. Una vez realizado un borrador final preliminar del producto, los grupos pasan a realizar una prueba [mal de utilidad o una evaluación global de su producto. Esto debería llevarse a cabo en un escenario tan realista como fuera posible. Por ejemplo, cada grupo deseará contrastar su solución o su producto con personas de entre el público escogido en un contexto y bajo unas condiciones lo más realistas posible. Con los resultados de esta evaluación [mal, el grupo efectúa una revisión final y completa la solución o el proyecto presentándoselo al educador para su calificación.

7. EL EDUCADOR Y LOS ALUMNOS REALIZAN ACTIVIDADES QUE LES AYUDEN A REFLEXIONAR
Y A SINTETIZAR SUS EXPERIENCIAS (21)

Otra fase fundamental del proceso de aprendizaje es para aquellos que tienen la oportunidad de realizar un comentario o una evaluación postmortem de su expe­riencia (BARROWS y TAMBLYN, 1980; BRANSFORD Y STEIN, 1993; WEST, 1992). El objetivo de esta reflexión [mal es que los alumnos identifiquen y comenten los logros obteni­dos durante su aprendizaje en las áreas de: (a) el contenido de los conocimientos y de las técnicas, (b) las técnicas de proceso de grupo, y (e) las estrategias metacogni­tivas. También es importante que los alumnos tengan la oportunidad de compartir sus sensaciones sobre el proceso que acaban de experimentar (JOHNSON y JOHNSON, 1994). Las actividades de conclusión de esta fase podrían consistir en comentarios en peque­ños grupos o por parte de toda la clase, seguidos de redacciones sobre las reflexiones individuales, en las que los alumnos describen lo que han aprendido y experimentado (BARROWS y TAMBLYN, 1980; JOHNSON Y JOHNSON, 1994; SAVERY Y DUFFY, 1995).

8. EL EDUCADOR Y, CUANDO PROCEDA,
LOS ALUMNOS EVALÚAN LOS PRODUCTOS Y PROCESOS

Una vez que los alumnos han tenido la oportunidad de comentar sus experien­cias, tiene lugar la evaluación auténtica de los logros del aprendizaje, los productos y los procesos (BRIDGES, 1992). En primer lugar, se evalúan las tres áreas de resultados del aprendizaje identificadas en la fase 7: (a) contenido de conocimientos y técnicas, (b) técnicas de proceso de grupo, y (e) estrategias metacognitivas. Después, las solu­ciones o los proyectos desarrollados por cada grupo se evalúan en cuanto a diseño, calidad y viabilidad en el mundo real. Por último, se discuten y evalúan los procesos de grupo de cada equipo. Las evaluaciones se pueden realizar de diferentes maneras. Un planteamiento consistiría en que los alumnos, con ayuda del educador, contribu­yeran al desarrollo de unos criterios para evaluar los resultados finales. Los grupos

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